NOTÍCIA DE LA SETMANA

LA NOTICIA DE LA SETMANA

Avui dilluns 4 de juny els alumnes de 1r han assistit a una xerrada sobre la Prevenció del tabaquisme.


divendres, 21 de maig del 2010

TRABAJO DE CASTELLANO, ENTREVISTA A PAQUITA CALAF

Paquita tiene 76 años, vive en El Xaró (La Pobla de Claramunt), tiene tres hijas y ocho nietos. Ha vivido durante gran parte de su vida en Feixes (Carme) y ha pasado su infancia en medio de la guerra.
¿Cómo te contaron tus padres que había guerra?
En mi casa se hablaba de ella, se oían bombardeos cerca y yo notaba un ambiente un poco raro. Era pequeña pero sabía que algo pasaba.
Un día mi madre cogió mi hermana pequeña, que tenía sólo seis meses, en brazos y también me cogió a mi de la mano. Nos fuimos a una cueva para refugiarnos de las bombas. Entonces mientras subíamos para ir allí, vimos cómo un avión, que volaba muy baja, tiraba un “obús” muy cerca de nosotras. Cuándo llegamos a la cueva, vimos un pequeño agujero, que era la entrada, nos metimos, con la ayuda de los que ya estaba dentro, y allí nos quedamos unas cuantas horas. Yo quería salir pero la gente me decía:
-Mossa, et caurà una bomba al cap i et matarán!
Y después llegaron los nacionales…
Sí, mi abuelo me contó que se debía salir con un pañuelo de color blanco porque así era una forma de decir: Soy de los tuyos!
Así que mi abuelo salí a la calle y yo con él.
Después también estaban los maquis, gente que se había escapado, iban en contra de los nacionales y pedían comida a las masías cómo mi casa.
Siempre venían allí porque era la primera casa que se veían al salir de sus escondrijos. Un día mi abuelo les pidió si podían ir a otra masía ya qué en mi casa ya casi no teníamos nada, la amenazaron diciéndole que, o les dábamos de comer por las buenas o nos saquearían la casa.
¿Y con todo esto, dónde estaba tu padre?
Pues mi padre estaba en la guerra, unos días después de estar allí lo cogieron y lo mandaron a un campo de concentración a Argelers. Mi familia tenía parientes allí cerca y así les enviamos una carta pidiéndoles que fueran a buscarle, porque en aquellas épocas si tenías familia cerca del campo de concentración, podían ir a recoger al encerrado.
Así, mi padre estuvo un tiempo viviendo allí porque no podía volver. Hacía faenas, cómo jardinería, y así los ayudaba un poco. Cuándo terminó la guerra, mi padre quería volver pero mi familia le advertía que aún no podía, porque él había estado en contra. Pero igualmente mi padre volvió. Entonces lo denunciaron y al día siguiente lo encerraron preso en la Model de Barcelona. Allí estuvo 26 meses. Toda mi infancia estuvo marcada por este hecho porque había mucha dificultad en mi casa, tierras abandonadas, poca comida y sobre todo, le echábamos de menos. Un día fuimos a visitarlo en la prisión, allí un soldado me cogió en brazos y me preguntó:
-¿Cuántos años tienes?- Yo le respondí:
-Sis!- entonces el soldado no paraba de murmurar sis, sis, sis….
Me impactó muchísimo ver a mi padre entre barrotes…
¿Y cuándo salió de la prisión?
Pues a mí me llevó una muñeca de la capelucita roja que estuvo en mi casa hasta que me casé.
Mi padre estaba enfermo y había muchas faenas que hacer.
Además mi padre era muy estricto con los deberes míos y de mi hermana y nos decía que teníamos que aprovechar nuestras libretas y no malgastarlas
Tu ibas al colegio andando con tus amigos, ¿Qué recuerdas del colegio?
En el colegio yo estaba muy bien, teníamos una profesora que era del país vasco y se llamaba Gabriela.
Sólo teníamos un libro, yo era muy buena estudiante, pero sobretodo me gustaba el cálculo mental.
Una vez, vino el gobernador a mi pueblo y me pidieron que le hiciera un verso de bienvenida.
¿Te acuerdas de lo que decía el verso?
Sí, decía: Cómo soy tan pequeñita, no sé si sabré expresarme con soltura ante tan alta autoridad, pues viviendo en este poético lugar no hemos tenido ocasión de celebrar acto cómo el presente ya que representante tan alto no habíamos podido celebrar. Y para que conste: viva el gobernador. “viva”
Después del colegio, ¿te fuiste a trabajar?
No, cuando yo estaba en casa mi padre estaba muy enfermo, tenía tuberculosis en los riñones y no estaba la penicilina. Tenía que estar tranquilo pero no quería porque mi padre era un hombre muy inquieto…
Ya sé de dónde has sacado eso de no parar ni un segundo… ¿y cuándo apareció la penicilina?
Mi padre entonces ya estaba muerto. Nos llamó el Doctor Trellero, que era su médico, y nos contó que había surgido un nuevo medicamento que podía curarle… ese día hacía quince días que mi padre estaba muerto…
Pero antes de eso cuando mi padre aún vivía, bajamos a vivir en Carme. Allí iba a repaso y con trece años empecé a trabajar en unos teleros, después, juntamente con mi prima, montamos una fábrica de género de punto, allí estuve hasta que me casé.
¿Cómo te has acostumbrado a la vida que llevas ahora?
Esto va viniendo poco a poco, primero subes a los hijos, después se hacen mayores, se casan, tienen hijos…
Creo que forma parte del día a día.

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